viernes, 12 de abril de 2013

Un poema que se respeta



El poema siempre debe ser precavido,
y no, esto no es paranoia,
es que ningún poema que se respete puede andar por ahí desarmado,
por más tranquila que se vea la página en la que habita...
nadie sabe qué puede suceder en cualquier momento,
y un poema indefenso
frente a cualquier peligro -por inofensivo que sea
o parezca-,
sería un poema muy estúpido.
El poema nunca debe corrrer riesgos sin sentido.

El poema debe ser independiente,
libre y autosuficiente,
pero nunca megalómano ni pagado de sí mismo,
un poema que se respete huye de la pedantería,
porque sabe que es una ridiculez.
El poema debe estar seguro de sí,
conocer su valor y respetarlo y defenderlo frente a todo...
frente a todos.

Un poema que se respete debe ser o un completo subversivo,
o serenamente respetuoso.
sin bajar la mirada jamás,
debe hacer las debidas reverencias
y cumplir con las formalidades pertinentes,
pero sin perder su esencia, ni su garbo, ni comprometer su dignidad...
pues no hay nada más impropio y repugnante
que un poema adulador...
aún para aquellos a quien va dirijida su lisonja.

Un poema que se respeta o no dice nada
o sólo insinúa, dejando un poco a la imaginación,
levantando así muchas opiniones diversas, encontradas,
coincidentes, confusas,opuestas,
o dice tanto que lo dice todo
y asì deja a todo el mundo sin palabras.

Textos megalómanos con ínfulas poéticas.
Pseudoensayos

Rossalinna Benjamin
Santo Domingo, marzo 2011

jueves, 21 de febrero de 2013

Conjuro a la página hambrienta



                                                                                      " Epígrafe audiovisual aquí."



He aquí que estoy frente a la puerta
y dudo
acosada por el viento que sisea
como un niño retorcido en derredor
¡Ábrete sésamo!.
Se oyen profundos y lejanos susurros adentro
Mas no hay luz alguna
No hay luna ni algas
cercenando el brillo de esa oscuridad desnuda
bajo la falda alzada
Tiemblo
y empiezo a sudar frìo...

Llamo cortésmente:
¡Ah de bajo la falda!
Nada responde.

Solo el calor ahora llega
de adentro
con movimientos sutiles
de toda la falda alzada
que me turban y me retan a un tiempo
Mientras me animan màs de ciento cuarenta ladrones
 que rìen de codicia, anticipando el gozo
de cuando entremos decididos a la cueva
de esta letra luminosa
con que empieza mi euforia cuando grito
(con todos mis bandidos atentos)
a la orilla de la página:
¡Àbrete Sèsamo!
Y nos lanzamos
bajo su falda alzada a saciarla
 y nos engulle línea por línea
desde el miedo
 hasta el poema.