viernes, 2 de abril de 2010

África Rose


A Don Luis Poueriet Cordero,
por su gran valor humano
que desborda con su positivo influjo
los límites de su persona.

Por: Rossalinna Benjamin


Es prohibida la nostalgia, sierra mía.
Es prohibido recordar y suspirar,
dejar salir calientes volutas de humo blanco,
que es el color deslavado de la tristeza...
de la honda añoranza por la tierra amada...
la tierra de uno, caramba!

El terruño entrañable que se bebió las gotas de sangre
que un trozo verde de botella hizo brotar
enterrándose en mitad del pie descalzo...
La tierra vieja que te vio en calzones rotos,
corriendo feliz y sofocado hacia el futuro.


¡Ay, sierra mía, sierra mía!
Es prohibido abrazarse emocionado
a aquel ayer, tan lindo por tan simple.
Cuando los caballos andaban sueltos y alegres,
y se acercaban al arado a ayudar voluntariamente
y uno les dejaba pastar luego en sus predios...
y tenían nombres como "Flecha Veloz", "Terrón de azúcar"
y "Gran Zafiro" .

Cuando los padres eran gigantes sabios e invencibles,
los abuelos: viejos robles bondadosos,
las abuelas: mimosas hadas madrinas,
y las madres...las madres, sierra mía,
eran Dios con enaguas y voz dulce,
que curaban cualquier mal, mágicamente,
espantaban, cualquier monstruo, cualquier miedo
tan sólo con su diáfana luz.

¡Ay, sierra mía!
Ya no hay eso, ni galletas de canela,
de aquellas que se horneaban en fogones de barro...
Ahora sólo tenemos letreros que prohíben cosas.

No fume, no pase, no tocar, no estacione,
no haga ruido, no tome bebidas alcohólicas,
no entre con alimentos, no respire, no proteste,
no piense, no reclame sus derechos, no recuerde,
no se exprese, no medite, pero manténgase vivo
porque necesitamos quien lea y obedezca los letreros...
pues nosotros no podemos porque estamos muy ocupados
escribiéndolos.

Sólo eso es lo que tenemos, sierra mía,
Pero yo todavía te tengo a ti,
aunque ahora tú también eres un cartel...

¿Te acuerdas cuando te colgué aquí?
Desde entonces veo tus picos en neblina,
lo verdeazuloscuro de tus lejanías
y recuerdo que contigo
cubrí aquel letrero tonto de este cuartucho
que decía No raye la pared...
y tus relieves me devuelven a otros tiempos más felices
en que comía de mi tierra iletrada.
alimentándome de su real sabiduría...
tan vieja como la vida misma
y tan hermosa como el resplandor de tus cumbres y tus noches,
tan hermosas como tú, sierra mía.


Santo Domingo, R.D.
Agosto 2006


1 comentario:

Armando Almánzar Botello dijo...

Hermosa y genuina muestra de esa vertiente poética neo-testimonial en cuya diversidad podemos descubrir, como en este logrado poema de Rosalina Benjamin, una lúcida meditación sobre las tensiones, cesuras e impases entre los valores de la Tradición (la Memoria, el Archivo, el Habitar, lo Terrestre) y la violenta irrupción de una falsa Modernidad que, al quedarse muchas veces circunscrita a mera prohibición y cinismo de los poderes fácticos, no encarna para el sujeto la realización de sus más irrenunciables sueños y esperanzas.

¡Convincente sencillez la de este poema! Recuerda en ciertas zonas la diafanidad abisal de un Derek Walcott...

Dicción poética limpia y propicia para la articulación de perceptos y afectos con los que el poema piensa y nos piensa en su desgarrado y no por ello menos promisorio "futuro anterior".

¡Congratulaciones a la poeta Rosalina Benjamin!

Armando Almánzar Botello