Parte II
Del libro inédito:
"Pregúntale a Rose" Anécdotas, ensayos, preguntas y respuestas sobre el sexo y las relaciones
Por: Rossalinna Benjamin
UN ESCALÓN HACIA NOSOTRAS
En defensa de las lesbianas
Entro
acalorada a la asamblea del Congreso. Entre el público destacan los impecables
diputados y las lesbianas y activistas hembras y varones, radiantes en sus
camisetas rosas con el arcoiris de la bandera LGBT en la espalda. Camino con mi
grabadora encendida hacia los laterales del frente. El auditorio está
asombrosamente silencioso. Todos atienden concentrados, fascinados incluso, a
una enérgica e iluminada señora Marcel Blues que desde el podio está diciendo
en aquel instante:
“…Y a esos
violadores de lesbianas, y todos esos equivocados respecto a las preferencias
de estas increíbles mujeres, tengo que decirles esto:
Lo siento,
me encantaría poder satisfacer con una mentira piadosa, su ego tan masculino,
que simplemente no soporta la idea de que una mujer pueda preferir el sexo con
otra mujer, antes que con un hombre, pero cada vez que se acuesten con una
obtendrán en lo que acontece las respuestas, los motivos que lleva a un
proceder tan incomprensible, inasimilable y por tanto inadmisible para ustedes,
que están encerrados, chocándose perpetuamente contra las duras paredes de su
cuadrado cerebro masculino.
Sencillamente,
con uno que otro agravante o atenuante, ellas prefieren el sexo femenino porque
con este pueden alcanzar una mayor plenitud del goce. Y, por supuesto, que no
hablo sólo de sexo, pero en esta ocasión me voy a referir más que nada a ello,
por ser lo más básico.
Para nadie
debe ser un secreto, a estas alturas, que la intuición femenina es la fuente de
la empatía. Los hombres que logran empatía con los demás hombres y mujeres, es
porque se han puesto en contacto con su femenino lo suficiente para adquirir
este indispensable rasgo de carácter. Una vez el hombre reduce la brecha entre
su masculino y su femenino, ya comienza el proceso de identificación con la
mentalidad, el carácter, el sentir de las mujeres y una vez logrado eso, lo
demás es pan comido. No exageran los chistes que implican lo difícil de
comprender a una mujer. Quien pueda hacer eso, puede recrear el mundo.
Pero lo
cierto es que por mucho que se acerquen los hombres a esa identificación con la
feminidad, siempre una mujer lo hará mejor, porque ya lo trae en su ser cuando
nace y se afina con la experiencia.
Entendido
esto, no es entonces de extrañar, que también en el sexo, una mujer pueda
llevar a otra a cumbres más elevadas de placer que un hombre común y corriente.
En la cama un hombre puede suponer, imaginar, inventar, probar; una mujer
intuye y guiada por esa profunda identificación con las necesidades de su
compañero, darle exactamente lo que necesita. Además de que (al margen de las
diferencias entre unas y otras), la mujer sabe, por sí misma, exactamente qué
hace vibrar a las mujeres y cómo debe hacerse.
Entonces, ¿quién mejor que una mujer para entender-complacer a otra mujer?
Esto les dolerá, queridos, pero las mujeres,
que honestamente piensan, dicen y creen que el sexo con hombres comunes y corrientes es lo máximo, en muchos casos es porque no han probado el sexo con otra mujer. Con
otra mujer que entienda y goce el sexo en toda la magnífica extensión del
concepto femenino.
Entrevisté a una pareja lesbiana amiga mía,
saludo su presencia en esta sala, y Sandy declaraba al respecto: “es inexplicable
la singularidad de este placer, es un disfrute más allá de cualquier
razonamiento. Cuando tenemos sexo no necesitamos asumir roles, es totalmente
natural: dos mujeres haciéndose gozar y gozándose mutuamente, en todas sus
infinitas posibilidades. ¿Puedes imaginarlo? Es pleno, diferente, único
¡perfecto!”.
Y su novia Kelly añadió: “No me veo imaginando
a Sandy como un hombre, si necesitara
eso para sentirme plena buscaría un hombre, por lógica. Precisamente lo que me
hace lesbiana es que prefiero a las mujeres, eso es sentido común. Amo su
cuerpo de mujer y su alma de mujer. Es su naturaleza femenina lo que me atrae.
Y no, no “llega el momento en que anhelamos o necesitamos un hombre”, como cree
mucha gente. Nosotras en nuestra inmensa y poderosa sexualidad femenina
hallamos el falo, que es absolutamente más satisfactorio que un pene. Esos
hombres que piensan así de nosotras, deberían encontrar su falo también.”
Así es, caballeros. Comprender y tratar de
asimilar esto, les traerá múltiples beneficios. Pues, aparte de evitar los
problemas legales y sociales que su comportamiento erróneo les trae por atentar
contra los derechos fundamentales de esos seres humanos, también mejorarán
significativamente sus relaciones con las mujeres (incluyendo jefas, amigas,
hermanas, madres y… ¡suegras!) No tengo que explicarles qué conveniente sería
eso para sus estresadas vidas.
Asi que, ¿Por qué no se hacen un favor y
avanzan un escalón hacia nosotras?, no sólo las lesbianas, no, sino hacia todas
las del ser femenino. Y digo el ser y no el sexo, porque hay muchas entre
nosotras que contando con una vagina no son mujeres, pues no encarnan en sí lo
femenino. Tratan de imitar a los hombres y al quedarse cortas en ello,
desarrollan envidia hacia estos y desprecio hacia sus congéneres.
De igual modo entre ustedes hay muchos que son
verdaderas damas con verga. Hombres con una intuición tan desarrollada y un
lado femenino tan bien asimilado que nos hacen sentir verdaderamente
afortunadas de tenerlos junto a nosotras. No necesariamente gays, (aunque sí
muchos de ellos), sino inteligente hombres heterosexuales que por su aprecio
por las mujeres o por las razones que sea, se han aplicado a conocerlas, analizarlas,
entenderlas, finalmente intuirlas y así lograr complacerlas. Aunque algunos
usan ese conocimiento para manipularlas y hacerlas daño, gracias a Dios, esos
no son mayoría. Gran parte de los hombres que hacen daño a las mujeres es,
precisamente por lo contrario: por no entenderlas ni identificarse con ellas.
Cuando el hombre logra una empatía tal con las
mujeres, no puede sino amarlas en su singularidad y aceptarlas en su
pluralidad.
Aprendan esto y dejen en paz a las lesbianas.
Ellas no requieren de ningún proceso sexual “correctivo”, ni de ningún tipo. Ustedes
en su arrogante ignorancia están tratando
de forzar para entrar a un conducto al que sólo se puede acceder flexibilizándose.
Lo único que logran en este absurdo intento es lastimar y lastimarse. En vez de
este proceder inútilmente brutal, déjennos echarles esta mano y ¡Suban este otro
escalón hacia nosotras!. ¡Muchas gracias!”.
Todos se ponen de pie y aplauden
atronadoramente, silbidos y vítores por doquier. Jamás hubiera imaginado que
aquello sería posible. Nuestro país es uno de los más machistas del Caribe.
Pero las ardidas palabras de aquella inigualable mujer llegaban directo al lado
correcto del cerebro, adonde podían procesarse adecuadamente. Había logrado
tocarles la conciencia…y el corazón.
La señora Marcel Blues, termina de recoger sus
papeles y baja del podio serena. De repente se da cuenta de los aplausos y mira
tras de sí, luego hacia el frente donde todos le miran jubilosos y siguen
aplaudiendo y felicitándola. Entonces, como si saliera de un sueño ella sonríe
y sin entender bien la situación, comienza a aplaudir también, a silbar y
gritar ¡bravo! alegremente.
Aprovecho para escabullirme entre el público,
me toco el carnet de “Prensa” que me franqueó la entrada y me encamino
rápidamente hacia el parqueo. Allí, justo al lado de mi pequeño Audi, abriendo
la cajuela de su viejo Rolls, está una risueña señora Marcel Blues. –Hey, Rose!
¿Lograste grabar una buena parte del discurso? Confiaba en tu curiosidad para
guardarlo en mis archivos, ya que olvidé mi grabadora, después de todo.- Me guiña
de nuevo el ojo, divertida con mi azoramiento. Recuerdo de pronto esa escena de
“El mundo de Sofía”, en que Wilde le
guiña el ojo a Sofía desde el espejo. Ya se va haciendo costumbre con la
increíble señora Marcel Blues.
Paso de la sorpresa a la mortificación y de
esta a la risa. Es increíble cómo llega a conocerte una persona, tan sólo con
un par de intensas conversaciones.
3 comentarios:
Sólo tengo una palabra acompañada de un gesto: ¡Diablo!
Es una de las mejores narraciones que he leido. La mujer heroica y fatal, magnífico personaje, todo un clásico. Las lesbianas no se lo esperaban, a pesar de tener el mejor gusto sexual, pues el sexo entre mujeres no es sólo placer, también es arte.
Sólo tengo una palabra acompañada de un gesto: ¡Diablo!
Es una de las mejores narraciones que he leido. La mujer heroica y fatal, magnífico personaje, todo un clásico. Las lesbianas no se lo esperaban, a pesar de tener el mejor gusto sexual, pues el sexo entre mujeres no es sólo placer, también es arte.
Graciassss!!! Así es!!
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